Esta bandera es parte de nuestra historia, un testigo mudo de las batallas que hemos dado las y los trabajadores del estado en Santa Cruz durante muchos años. Aunque ya no esté presente en las movilizaciones, porque ya no existen, su legado sigue vivo en cada uno de nosotros.
Ha estado al frente en los momentos más duros, cuando enfrentamos la represión y las promesas vacías, cuando nuestras voces resonaban en las calles pidiendo aumento salarial o derechos laborales.
Cada vez que la levantamos, esa bandera verde nos recordaba quiénes éramos y por qué luchábamos. Era más que un símbolo; era el reflejo de nuestras convicciones, de la fuerza colectiva que nos unió provincialmente en los peores momentos. Aunque hoy no ondee en las marchas, su ausencia también habla, porque sigue siendo parte de nuestra memoria, de nuestro compromiso inquebrantable con la lucha de las y los trabajadores del estado.
Esta bandera, aunque ausente en estos largos meses, sigue siendo un emblema de lo que fuimos y somos: un sindicato que no se dejó vencer, que persistió y que tiene en su historia la prueba de que juntos hemos logrado lo imposible.