Yo no estuve el 17 de Octubre de 1945. No había sido aún el momento existencial para que pudiera ser parte de aquella gesta tan singular como plural, y que nos marcara a los argentinos por casi 7 décadas.
Sin embargo, si decidí ser parte del 17 de Octubre de 1945, años más tarde, y a poco de haber nacido en 1973. Pero, además, siento el deber de seguir siéndolo, y de poder trasmitirlo.
Las condiciones políticas y sociales que se desarrollaban en aquel escenario previo al histórico 17, y a partir de la sensibilidad y la visión estratégica sostenida por un puñado de militares nacionales, comenzaba a indicar que un camino de transformaciones con equidad inclusivas, podían sacar a nuestro país de una década infame de desigualdades y dependencia, teniendo como eje a los trabajadores.
Aquellos pasos iniciales, intentaron ser interrumpidos, y el pueblo efectivizó la devolución de la lealtad recibida de parte aquel patriota de uniforme que lideraba y efectivizaba los cambios beneficiosos, con la misma intensidad direccionada hacia El, potenciada por la multiplicidad sudorosa de la clase trabajadora.
El 17 de Octubre hizo a Perón el líder indiscutido de aquella masa postergada, a la que se sumaron clases y sectores nacionales excluidos por el atraso y la dependencia.
Nuestro pueblo había decidido ser parte de un destino común con el prójimo, y no retroceder en la custodia de los derechos adquiridos, pero además, de avanzar siendo parte de un proceso revolucionario que comenzaba a retomar, como Estado/Nación, el destino de Independencia real, con Justicia Social y Soberanía política.
Fue sin duda el 17 de Octubre el que hizo a Perón, Perón. Y no a la inversa.
Aquellas conquistas defendidas en la figura del coronel apresado, son las mismas que tenemos el deber sostener, perfeccionar y reinstalar en una Argentina que retome las banderas del 17, comenzando por sacar aquella fecha del calendario folklórico de la política mediática y vacía de contenidos revolucionarios, para recuperar su mística, su militancia militante digo, no la perversamente profesionalizada.
No alcanza con que cada 17 de Octubre se convierta en una fecha para rememorar, sino para recrear fines y objetivos.
En la cuna que nací en 1973, todavía se respiraban las brisas del histórico 17. Habían transcurrido muchos años, sin que los intereses dominantes y sus personeros colonialistas, pudieran impedir, a pesar del golpe al Gobierno Nacional y Popular en el 55’, los abusos de poder, las proscripciones, las cárceles, las persecuciones, la recreación de la memoria colectiva.
Y hasta lo recuerdo ya de pantalones cortos, que lo intentaron por la vía del terror del Estado, el exterminio, la desaparición forzada y el robo selectivo de hijos de militantes populares; y otra vez no pudieron con la memoria y mucho menos con el desarrollo inevitable de los genes.
Ya fuera de la cuna, y alimentado de pura memoria peronista, decidí el camino de la solidaridad y de la representación sindical, del compromiso por la defensa de mis derechos y los del prójimo , de la lucha por la recuperación de lo perdido.
Pasaron ya casi 70 años de la memorable fecha. Y me asumo parte indivisible de aquél 17 de octubre de 1945, sin haber estado. Sobre todas las cosas, lo más importante, es que aquella ausencia física existencial, es lo que me produce la necesidad inevitable de ser parte de una generación que sea capaz de recrearlo.
Tenemos una deuda pendiente con nuestros trabajadores y con nuestro pueblo, que son la esencia de la Patria misma. Cómo perderme en ésta oportunidad, el hecho ser parte de un definitivo 17 de Octubre, y claro, poder volver trasmitirlo.