La Hipocresía de Trump y la Dignidad de los Líderes Latinoamericanos y Caribeños

Nota Opinión | Alejandro Garzón

Recientemente, hemos visto a líderes de Latinoamérica y el Caribe repudiar el ataque a Donald Trump en un acto partidario. Este gesto de solidaridad y respeto humano contrasta drásticamente con las actitudes que Trump y diversos gobiernos de Estados Unidos han tenido hacia nuestros presidentes y pueblos a lo largo de la historia. La diferencia es abismal, y nos obliga a reflexionar sobre quién es realmente el mal del mundo.

Mientras los líderes del sur defienden la paz y la democracia, Trump y sus predecesores han sido responsables de guerras, invasiones y asesinatos. El sur ha sido víctima de operativos mediáticos destinados a desestabilizar gobiernos legítimos, creando caos y sufrimiento en nuestras tierras. La intervención en América Latina no es una novedad; es una constante en la política exterior estadounidense, siempre con el objetivo de mantener su hegemonía a costa de la soberanía de nuestras naciones.

El repudio ante el intento de asesinato de los líderes latinoamericanos y caribeños a Trump a muestra una altura moral que contrasta con la política del miedo y la coerción que Estados Unidos ha desplegado históricamente en la región.

La dignidad de nuestros líderes es una muestra de que, pese a las agresiones, seguimos firmes en nuestros valores de respeto y solidaridad.

Es irónico que Trump, un hombre que ha promovido el odio, la división, el individualismo y el desprecio hacia otros pueblos, reciba el apoyo de aquellos a quienes ha denigrado. Pero esta es la grandeza de nuestros líderes: no se dejan llevar por el rencor, sino que actúan desde la justicia y la ética.

Debemos preguntarnos quién es realmente el mal del mundo. Los hechos hablan por sí mismos. Mientras el norte despliega violencia y manipulación, el sur responde con dignidad y humanidad. Esta diferencia abismal no solo revela la hipocresía de Trump, sino que también resalta la nobleza de la mayoría de las y los líderes de Latinoamérica y el Caribe.

Es tiempo de reconocer quiénes son los verdaderos defensores de la paz y la democracia. Es tiempo de levantar nuestras voces y exigir un mundo donde el respeto y la soberanía de cada nación sean prioridad, por encima de los intereses de poder y dominación.

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