La doble vara de Estados Unidos: Elecciones y políticas internacionales

Alejandro Garzón*

En el ámbito internacional, Estados Unidos ha demostrado, una vez más, que aplica la doble vara cuando se trata de evaluar la legitimidad de los gobiernos en función de sus intereses geopolíticos y económicos. Esta dualidad se evidencia claramente en dos casos recientes: Venezuela y Ucrania.

Por un lado, Venezuela es constantemente señalada por Estados Unidos como una dictadura, a pesar de que el presidente Nicolás Maduro ha ganado las elecciones en un proceso supervisado por observadores internacionales, y sumado a eso desde que el chavismo esta conduciendo el país han convocado a mas de 30 elecciones democráticas. Sin embargo, lo que realmente parece molestar a Washington no es el proceso electoral en sí, sino las políticas internas de Maduro, especialmente cuando defiende del petróleo y sus bienes comunes. Al controlar sus propios recursos, Venezuela desafía los intereses de las corporaciones multinacionales, lo que convierte a Nicolás Maduro en un enemigo a los ojos del establishment estadounidense.

Por otro lado, en Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski ha tomado medidas drásticas que incluyen la prohibición de elecciones a presidente, bajo el pretexto de la guerra en curso. A pesar de estas acciones antidemocráticas, Estados Unidos sigue apoyando a Zelenski y lo presenta como un defensor de la libertad. ¿Por qué? Porque su gobierno ha abierto las puertas a corporaciones como BlackRock, permitiendo una venta masiva de activos estratégicos del país a intereses privados extranjeros. En este caso, la falta de elecciones no es un problema, ya que el régimen ucraniano se alinea con los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos y la OTAN.

Este doble estándar demuestra que, para Estados Unidos, la defensa de la democracia y la libertad es selectiva y está subordinada a la protección de sus propios intereses globales. Cuando un país se niega a subordinar su soberanía a las grandes corporaciones y decide tomar el control de sus recursos, es rápidamente etiquetado como una dictadura. Pero cuando un gobierno se pliega a los intereses estadounidenses, incluso al costo de la soberanía y la democracia, es aclamado como legítimo y apoyado sin reservas.

Es fundamental que los pueblos del mundo tomen conciencia de estas manipulaciones y cuestionen las narrativas impuestas por aquellos que buscan mantener su dominio bajo la fachada de la democracia y la libertad. y en ese marco tampoco olvidar la manipulación de las empresas de comunicación.

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