por Alejandro Garzón*
Juan Domingo Perón lo dijo con claridad: “El que quiera conducir con éxito tiene que exponerse; el que quiere éxitos mediocres, que no se exponga nunca; y si no quiere cometer ningún error, lo mejor es que nunca haga nada.” En tiempos como los que vivimos, donde el odio y el miedo nos acechan y los derechos de nuestro pueblo están siendo desmantelados, esas palabras cobran más sentido que nunca.
Exponerse no es un capricho ni una búsqueda de protagonismo, es una necesidad. Quien quiera transformar la realidad, quien quiera defender la justicia y la dignidad, no puede quedarse al margen, no puede permitir que el miedo lo inmovilice. Porque el silencio, en política, es una forma de rendirse. Y en esta época, rendirse no es una opción.
El odio busca paralizarnos, llenarnos de dudas y hacernos sentir que nuestras voces no valen, que es más seguro callar. Pero recordemos: los grandes logros de nuestra historia no vinieron de la mano de quienes eligieron el silencio, sino de aquellos que, como bien dijo Perón, se expusieron, sabiendo que los ataques llegarían, pero también conscientes de que la verdadera transformación solo puede darse desde la acción valiente.
Hoy, yo decido exponerme, no por ambición personal, sino porque estoy convencido de que nuestras ideas y acciones pueden cambiar el destino de nuestro pueblo. Y sé que no estoy solo en esta lucha. Levanto la voz porque sé que hay muchos que también están dispuestos a dar ese paso, a superar el miedo, a desafiar el odio, y a construir, juntos, un futuro más justo.
Perón nos enseñó que el liderazgo real no teme al error ni a la crítica; teme al fracaso que viene de no intentarlo. Hoy, más que nunca, debemos hacer nuestras sus palabras y actuar con valentía. Porque el coraje de unos pocos puede inspirar a muchos. Y cuando el pueblo se levanta con coraje, ningún odio puede detenerlo.
Este es el momento de exponerse. Este es el momento de hacer que nuestras voces sean escuchadas. Porque callar no es una opción cuando lo que está en juego es el futuro de todos nosotros.