Opinión

Día nacional del Petróleo: Homenaje a los guardianes de la Soberanía Nacional

Hoy, 13 de diciembre, celebramos con orgullo el Día Nacional del Petróleo, recordando el descubrimiento del primer yacimiento petrolero en Comodoro Rivadavia en 1907. Esta fecha simboliza el sacrificio, la valentía y la entrega de los trabajadores y trabajadoras que forjaron el desarrollo energético del país desde los cimientos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), una empresa que se convirtió en sinónimo de soberanía, progreso y justicia social. Los primeros trabajadores y obreros de YPF no solo impulsaron la actividad petrolera en el país, sino que también fueron pioneros en la organización sindical. A través de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), fundaron el primer sindicato que defendió sus derechos y luchó por condiciones laborales justas en la industria hidrocarburífera. Entre estos héroes anónimos destaca José Vicente Tesorieri, un trabajador de la planta de YPF en Ensenada, quien se convirtió en el primer secretario general petrolero en ATE y luego en diputado nacional durante el gobierno de Juan Domingo Perón. Tesorieri simbolizó la lucha incansable por la dignidad y justicia social, dejando un legado que representa el espíritu de los petroleros, cuyo esfuerzo y sacrificio permitieron construir una industria fundamental para el país. Bajo el liderazgo visionario del ingeniero Enrique Mosconi, YPF trascendió su carácter empresarial para transformarse en un motor de desarrollo social. No solo generó energía, sino que también fundó comunidades, llevó progreso a regiones olvidadas y creó oportunidades para miles de familias argentinas. En cada pozo y en cada planta, el corazón de una Argentina soberana latía con fuerza. Hoy, en un contexto de crecientes desafíos para la industria energética y los recursos estratégicos, honramos el legado de quienes hicieron de YPF un emblema de independencia. Frente a intentos de entregar el patrimonio nacional a intereses extranjeros, el ejemplo de los primeros petroleros y líderes como Mosconi y Tesorieri nos recuerda la importancia de defender nuestra soberanía. Como dijo Enrique Mosconi: «Entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera.» En este Día Nacional del Petróleo, recordamos la grandeza de YPF y renovamos nuestro compromiso con la construcción de una patria justa y soberana. A los trabajadores y trabajadoras del petróleo, a las familias que acompañaron sus sacrificios, y a todos quienes luchan por un futuro mejor, les decimos: ¡Gracias! ¡Viva YPF! ¡Viva la soberanía nacional! ¡Y viva el pueblo argentino que nunca se rinde!

Defendamos el Correo Argentino: Una cuestión de soberanía

El Correo Argentino no es solo una empresa pública; es un símbolo de nuestra soberanía. En un mundo donde la geopolítica dicta reglas de poder y control sobre los territorios y los pueblos, defender el Correo Argentino es defender nuestra autonomía y nuestra identidad. El régimen de Javier Milei, con la Ley Bases y el Decreto 7023, hoy anuncia la desregulación del Correo Argentino. Estas medidas le otorgan facultades para desmantelar una institución clave para nuestra nación. El sector privado considera que muchos lugares no son rentables, pero allí donde otros ven pérdidas, el Correo Argentino ve patria. Es en esos rincones olvidados donde la presencia del Correo asegura que cada ciudadano, sin importar lo remoto de su ubicación, tenga acceso a servicios esenciales. Allí están sus trabajadoras y trabajadores, haciendo patria todos los días, llevando mensajes, medicinas y esperanzas a cada hogar del país. Desde el Estado y como trabajadores del Estado, sabemos que la defensa de nuestras empresas públicas es una tarea fundamental. No se trata solo de un asunto económico, sino de justicia social y de compromiso con el pueblo. El Correo Argentino es un bastión de nuestra capacidad de autogestionarnos y de resistir a las presiones de un mercado que busca despojarnos de nuestros recursos y de nuestro poder de decisión. Es crucial organizarse, unirse y dar la pelea por la preservación de nuestras empresas públicas. El Correo Argentino, con su historia y su misión, es una pieza clave en la construcción de un país justo y soberano. No podemos permitir que intereses ajenos nos arrebaten esta herramienta fundamental para la cohesión y el desarrollo de nuestra nación. La defensa del Correo Argentino es una lucha que debemos encarar con firmeza y convicción. Es necesario que todos los sectores de la sociedad comprendan la importancia de mantener en manos del pueblo las estructuras que garantizan nuestros derechos y nuestra soberanía. Debemos organizarnos, informarnos y actuar para proteger lo que es nuestro, lo que nos define y lo que nos fortalece como nación. Desde ATE, como venimos haciendo históricamente, vamos a defender junto a las trabajadoras y trabajadores las empresas del Estado. Demos juntos esta pelea. El Correo Argentino es más que una empresa, es un pilar de nuestra soberanía y de nuestra identidad. Su defensa es la defensa de nuestro futuro y de nuestros valores. Sigamos adelante, con la firme convicción de que el pueblo unido jamás será vencido.

Recuperar nuestras tradiciones para reencontrarnos como pueblo

El 10 de noviembre, Día de la Tradición, en honor a José Hernández y a su creación emblemática, Martín Fierro, debería ser una fecha que despierte en nosotros el valor de nuestras raíces, un reflejo de la identidad argentina que abarca mucho más que un solo día en el calendario. Sin embargo, durante las últimas décadas, la globalización ha traído consigo un bombardeo constante de influencias extranjeras, especialmente de Estados Unidos, que opacan nuestras propias costumbres. Esto ha impactado fuertemente en las y los jóvenes, quienes, en muchos casos, están más familiarizados con celebraciones como Halloween que con el valor y la profundidad de nuestra herencia cultural. Recuperar el ser argentino implica reconocer y valorar las costumbres que nos han formado, desde la música de nuestro folclore, el tango que expresa el sentir porteño y rioplatense, hasta los relatos de vida y trabajo del gaucho. Estos símbolos y expresiones no son solo parte de nuestro pasado; representan una manera de entender la vida, una forma de resistir y actuar colectivamente, de convivir con nuestro entorno y de contar nuestra historia a través de los siglos. Hoy, más que nunca, es fundamental transmitir este amor y respeto por lo nuestro a las nuevas generaciones. El tango, la milonga, el asado, el mate y las leyendas gauchescas son piezas vivas que nos invitan a celebrar la esencia de nuestra cultura, a reforzar un sentido de pertenencia y a sentir orgullo de quienes somos como argentinos. Fortalecer nuestras tradiciones es también una manera de reafirmar nuestra dignidad como pueblo, de reconocernos y recordarnos que, en un mundo globalizado, cada pueblo necesita proteger sus propias raíces para no perderse en la corriente. Es preocupante que Halloween y otras celebraciones extranjeras ganen terreno, mientras que nuestras propias tradiciones se relegan a eventos esporádicos o se ven como antiguas. Aunque parezca una moda pasajera, este fenómeno revela una batalla cultural que estamos perdiendo. Debemos dejar de idolatrar lo que viene de EE. UU. y en cambio, fortalecer lo propio, lo que nace de nuestra historia y cultura. Los que gobiernan tienen en sus manos la responsabilidad de promover políticas que valoren nuestras tradiciones y apoyen la educación cultural desde la escuela y las instituciones. Si no hacemos este esfuerzo consciente, veremos cómo, poco a poco, se diluye nuestra identidad. Que este Día de la Tradición nos invite a reflexionar y a tomar un compromiso: el de defender nuestra cultura para nosotros y las futuras generaciones.

40 años de una identidad política

Como militante de un sindicato como ATE, quiero expresar que un día como hoy, 6 de noviembre de 2024, hace 40 años un grupo de compañeros, con profunda solidaridad de clase, honestos, convencidos, con valores profundamente humanistas, sin ningún interés personalista y con la única intención política de recuperar la democracia y con ello nuestra ATE a través del voto de los compañeros y compañeras inició un desafío. Este desafío, en una fecha como hoy, tuvo un punto de comienzo, con vocación pluralista y dispuestos a volver a poner a ATE netamente al servicio de las y los Trabajadores del Estado. Ese había sido el compromiso con el que ganaron las elecciones enfrentando a un representante de la dictadura militar. Es justo reconocer que la historia no empieza cuando uno llega, ni termina cuando uno se va. Y debo dejar en claro que nosotros, los que hace un tiempo venimos siendo parte de esta historia y que no somos tan viejos, y a partir de quienes asumieron también el compromiso de recuperar nuestra memoria histórica como organización sindical, hemos podido conocerla y no nos olvidamos de lo que significó fundar nuestra Agrupación ANUSATE, y los años de militancia ininterrumpida, y de los contratiempos sufridos por los distintos atropellos dictatoriales, y el esfuerzo por reorganizarse territorialmente en el país y convencer sobre que era posible volver a tener una herramienta política-sindical. Desde ANUSATE surgió la voz y la expresión política de las y los Trabajadores en la calle. Por eso digo que no hay que olvidarse de la historia. Cada uno de nosotros en estos largos años, o mejor dicho desde la fundación de ANUSATE, fuimos constructores de una identidad política, pero por sobre todas las cosas aprendimos a bancarnos en las malas sin egoísmo, y ayudándonos siempre desinteresadamente porque había algo superior que nos unía: ese algo era ATE. Costó años hasta que ANUSATE pudo ser la agrupación de las y los trabajadores del Estado que fue capaz de liderar un nuevo protagonismo organizativo y de crecimiento, llegando al sindicato con espíritu plural y participativo, ya sin Estado de Bienestar. Ojalá que, al cumplirse hoy 40 años, sigamos pensando que la prioridad son las y los trabajadores y nuestra querida ATE.

La dirigencia de ATE Santa Cruz, cada vez mas lejos de las y los Trabajadores

Hoy me entero de que el Secretario General de ATE Santa Cruz, Carlos Garzón, ante un nuevo «fracaso» de la paritaria salarial de la administración pública central, convocó a un PARO PROVINCIAL de 72 hs para la semana que viene. Ok, bravo por eso. Pero lo que no puedo entender es por qué este Sr. sigue convocando a paros ante el fracaso de las paritarias, sin convocar a asambleas en los distintos sectores de trabajo y en las 10 seccionales, para darse cuanta y así saber el sentir y la bronca de las y los trabajadores. De esa forma se daría cuenta y se podría organizar un verdadero PARO PROVINCIAL con machas para quebrar definitivamente la oferta salarial que está proponiendo en la mesa de paritaria el gobernador Claudio Vidal. Me pregunto: ¿por qué tanto miedo a convocar a asambleas en los sectores de trabajo? ¿Por qué, a meses de terminar el año, se acordaron de luchar por un aumento salarial? ¿Por qué ahora se acordaron de hacer cumplir el Convenio Colectivo de Trabajo para que las y los compañeros ingresen a su planta permanente? ¿Por qué este dirigente no tiene el coraje de hablar en la Casa de Gobierno y decirle al Gobernador Vidal lo que las y los trabajadores del Estado sienten ante la situación de vulnerabilidad y desespero social en la que están? ¿Por qué aísla los conflictos sectoriales y no los unifica para tener más poder en cada negociación salarial? Lo cierto es que ya no hay forma de que este «dirigente» entienda que el poder de ATE está en las y los trabajadores, y no en algunos «dirigentes» encerrados en cuatro paredes decidiendo el futuro de las y los trabajadores, y que, encima, se olvidan de que nosotros, las y los trabajadores, tenemos el derecho de participar en las asambleas y a discutir y decidir sobre nuestro salario. En los tiempos difíciles que estamos viviendo, y ante lo que se avecina, las y los trabajadores no necesitamos un sindicalismo cómplice de la patronal y que “haga que lucha”; necesitamos un sindicalismo fuerte, con delegados y delegadas en cada sector de trabajo, con dirigentes que se la jueguen y que honren su cargo, por el cual fueron elegidos. ATE tiene mucha historia, y a esa historia hay que respetarla. Los inexpertos «dirigentes» se tienen que dedicar más a convencer a las y los afiliados para empoderarla, para que salga a luchar en la defensa de todas sus conquistas y por mejores salarios, y no a sobreestimarla con discursos baratos y sin fundamentos. ATE Santa Cruz tiene que retomar la senda de esa historia, donde cada compañera y compañero se sentía orgulloso de llevar su bandera y su pechera verde. Por eso, es hora de que en cada ciudad, localidad, comisión de fomento y paraje de nuestra provincia se vuelva a escuchar ese grito de libertad y poder: #SoyDeAte.

Por nuevo y definitivo 17 de Octubre

Por Alejandro Garzón* Yo no estuve el 17 de Octubre de 1945. No había sido aún el momento existencial para que pudiera ser parte de aquella gesta tan singular como plural, y que nos marcara a los argentinos por tantas décadas. Sin embargo, si decidí ser parte del 17 de Octubre de 1945, años más tarde, y a poco de haber nacido en 1973. Pero, además, siento el deber de seguir siéndolo, y de poder trasmitirlo. Las condiciones políticas y sociales que se desarrollaban en aquel escenario previo al histórico 17, y a partir de la sensibilidad y la visión estratégica sostenida por un puñado de militares nacionales, comenzaba a indicar que un camino de transformaciones con equidad inclusivas, podían sacar a nuestro país de una década infame de desigualdades y dependencia, teniendo como eje a los trabajadores y trabajadoras. Aquellos pasos iniciales, intentaron ser interrumpidos, y el pueblo efectivizó la devolución de la lealtad recibida de parte aquel patriota de uniforme que lideraba y efectivizaba los cambios beneficiosos, con la misma intensidad direccionada hacia el, potenciada por la multiplicidad sudorosa de la clase trabajadora. El 17 de Octubre hizo a Perón el líder indiscutido de aquella masa postergada, a la que se sumaron clases y sectores nacionales excluidos por el atraso y la dependencia. Nuestro pueblo había decidido ser parte de un destino común con el prójimo, y no retroceder en la custodia de los derechos adquiridos, pero además, de avanzar siendo parte de un proceso revolucionario que comenzaba a retomar, como Estado/Nación, el destino de Independencia real, con Justicia Social y Soberanía política. Fue sin duda el 17 de Octubre el que hizo a Perón, Perón. Y no a la inversa. Aquellas conquistas defendidas en la figura del coronel apresado, son las mismas que tenemos el deber sostener, perfeccionar y reinstalar en una Argentina que retome las banderas del 17, comenzando por sacar aquella fecha del calendario folklórico de la política mediática y vacía de contenidos revolucionarios, para recuperar su mística, su militancia militante digo, no la perversamente profesionalizada. No alcanza con que cada 17 de Octubre se convierta en una fecha para rememorar, sino para recrear fines y objetivos. En la cuna que nací en 1973, todavía se respiraban las brisas del histórico 17. Habían transcurrido 30 años, sin que los intereses dominantes y sus personeros colonialistas, pudieran impedir, a pesar del golpe al Gobierno Nacional y Popular en el 55’, los abusos de poder, las proscripciones, las cárceles, las persecuciones, la recreación de la memoria colectiva. Y hasta lo recuerdo ya de pantalones cortos, que lo intentaron por la vía del terror del Estado, el exterminio, la desaparición forzada y el robo selectivo de hijos de militantes populares; y otra vez no pudieron con la memoria y mucho menos con el desarrollo inevitable de los genes. Ya fuera de la cuna, y alimentado de pura memoria peronista, decidi el camino de la solidaridad y de la representación sindical, del compromiso por la defensa de mis derechos y los del prójimo , de la lucha por la recuperación de lo perdido. Pasaron ya casi 80 años de la memorable fecha. Y me asumo parte indivisible de aquél 17 de octubre de 1945, sin haber estado. Sobre todas las cosas, lo más importante, es que aquella ausencia física existencial, es lo que me produce la necesidad inevitable de ser parte de una generación que sea capaz de recrearlo. Tenemos una deuda pendiente con nuestros trabajadores y con nuestro pueblo, que son la esencia de la Patria misma. Cómo perderme en ésta oportunidad, el hecho ser parte de un definitivo 17 de Octubre, y claro, poder volver trasmitirlo.

Padre Carlos Mugica: El Cura del Pueblo

Por Alejandro Garzón* Carlos Mugica, conocido como el «cura villero,» es un símbolo de lucha y amor por los más humildes, un verdadero mártir del pueblo argentino. Nacido el 7 de octubre de 1930 en Buenos Aires, su vida tomó un rumbo de compromiso y entrega cuando decidió ingresar al Seminario Metropolitano de Buenos Aires en 1952, dejando atrás una prometedora carrera en Derecho. Ordenado sacerdote en 1959, Mugica se entregó de lleno a la causa peronista, viendo en el General Perón y Evita la encarnación de los ideales de justicia social y dignidad para todos los argentinos. Mugica, con una pasión desbordante, se volcó a las villas de emergencia, donde fundó la parroquia Cristo Obrero en la Villa 31. Allí, junto a los desposeídos, encontró su verdadero ministerio, brindando no solo asistencia espiritual sino también luchando por condiciones de vida dignas. Su lema era claro: «Ahora más que nunca hay que estar cerca del pueblo.» Fue un defensor incansable del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, enfrentándose a las jerarquías eclesiásticas conservadoras que no comprendían su compromiso con las luchas populares. Su cercanía con los más humildes y su fervor por el peronismo le valieron amenazas y persecuciones, pero nunca retrocedió. Sabía que su misión estaba con los olvidados, los que Evita llamó «los descamisados.» Carlos Mugica vive en cada lucha por la justicia social, en cada manifestación de los trabajadores, en cada rincón donde el pueblo se levanta por sus derechos. Su vida es un testimonio del verdadero peronismo, el que no se conforma, el que siempre busca la dignidad y el bienestar de todas y todos. ¡Padre Mugica presente, ahora y siempre!

La Trampa del Ahorro

Para el régimen de Javier Milei, despedir a trabajadores y trabajadoras con años de servicio y una profesionalidad comprobada significa ahorrar dinero. Pero no dimensionan el daño que causan a la sociedad ni a las familias afectadas. Cuando una persona pierde su empleo, no solo se ve afectada su economía personal, sino también su dignidad, sus sueños y su capacidad de contribuir al bienestar colectivo. Cada trabajador despedido representa una historia de esfuerzo, dedicación y conocimiento acumulado a lo largo de los años, que se desvanece en la fría lógica de la reducción de costos. El gobierno de Milei parece ver a estos trabajadores como simples números en una planilla de gastos, ignorando que detrás de cada cifra hay una vida que se desmorona. Esta visión miope y deshumanizante revela una profunda falta de empatía y un desprecio por el valor del trabajo. Además, el ahorro inmediato que buscan obtener con estos despidos puede resultar contraproducente a largo plazo. La pérdida de personal capacitado y experimentado debilita las instituciones y la calidad de los servicios públicos, generando un deterioro en la calidad de vida de toda la población. La solución no es despedir trabajadores o eliminar entes o ministerios del Estado. Milei está llevando al pueblo al abismo. Con la excusa del déficit cero, está empujando a la nación hacia el colapso. Y como dice el dicho, cuando se acorrala a las personas o a un animal salvaje, reaccionan de manera impredecible y peligrosa. La situación económica del país es grave y requiere de soluciones que construyan, no que destruyan. Hay que defender a la patria. Esa es la consigna. Defender el trabajo, la dignidad y los derechos de todas y todos. Porque el verdadero progreso de una nación no se mide únicamente en términos económicos, sino en la capacidad de cuidar y proteger a su gente, de valorar el trabajo honesto y de construir un futuro basado en la justicia social y la igualdad de oportunidades. Despedir a quienes han dedicado su vida al servicio público no es ahorrar; es destruir el tejido social que sostiene a nuestra comunidad.

El coraje de exponerse: Cuando callar no es una opción

por Alejandro Garzón* Juan Domingo Perón lo dijo con claridad: “El que quiera conducir con éxito tiene que exponerse; el que quiere éxitos mediocres, que no se exponga nunca; y si no quiere cometer ningún error, lo mejor es que nunca haga nada.” En tiempos como los que vivimos, donde el odio y el miedo nos acechan y los derechos de nuestro pueblo están siendo desmantelados, esas palabras cobran más sentido que nunca. Exponerse no es un capricho ni una búsqueda de protagonismo, es una necesidad. Quien quiera transformar la realidad, quien quiera defender la justicia y la dignidad, no puede quedarse al margen, no puede permitir que el miedo lo inmovilice. Porque el silencio, en política, es una forma de rendirse. Y en esta época, rendirse no es una opción. El odio busca paralizarnos, llenarnos de dudas y hacernos sentir que nuestras voces no valen, que es más seguro callar. Pero recordemos: los grandes logros de nuestra historia no vinieron de la mano de quienes eligieron el silencio, sino de aquellos que, como bien dijo Perón, se expusieron, sabiendo que los ataques llegarían, pero también conscientes de que la verdadera transformación solo puede darse desde la acción valiente. Hoy, yo decido exponerme, no por ambición personal, sino porque estoy convencido de que nuestras ideas y acciones pueden cambiar el destino de nuestro pueblo. Y sé que no estoy solo en esta lucha. Levanto la voz porque sé que hay muchos que también están dispuestos a dar ese paso, a superar el miedo, a desafiar el odio, y a construir, juntos, un futuro más justo. Perón nos enseñó que el liderazgo real no teme al error ni a la crítica; teme al fracaso que viene de no intentarlo. Hoy, más que nunca, debemos hacer nuestras sus palabras y actuar con valentía. Porque el coraje de unos pocos puede inspirar a muchos. Y cuando el pueblo se levanta con coraje, ningún odio puede detenerlo. Este es el momento de exponerse. Este es el momento de hacer que nuestras voces sean escuchadas. Porque callar no es una opción cuando lo que está en juego es el futuro de todos nosotros.

¿Rendirme? Vine a este mundo bañado de sangre y gritando

Por Alejandro Garzón* En estos tiempos de lucha constante, donde cada día parece una batalla nueva, me surge una pregunta recurrente: ¿rendirme? ¿Acaso creen que vine a este mundo para rendirme? Nací bañado en sangre y gritando, marcando mi entrada con fuerza y determinación, y así seguiré hasta el último aliento. Cada paso que doy está impregnado del sacrificio y la lucha de quienes me precedieron. Mi camino no ha sido fácil, pero ¿cuándo lo ha sido para el pueblo? Somos herederos de una historia de resistencia, de un pueblo que no se arrodilla, que no se da por vencido ante la adversidad. He visto cómo nos han intentado doblegar, cómo han querido apagar nuestras voces, pero no han entendido que cada golpe nos hace más fuertes, que cada intento de silenciarnos nos da más motivos para seguir gritando. Porque gritar es vivir, es reclamar lo que nos pertenece y defender lo conquistado, es afirmar nuestra existencia en un mundo que a menudo nos niega. No vine a este mundo para ser uno más, para pasar desapercibido. Vine a este mundo para hacer ruido, para hacer sentir mi presencia, para luchar por un mañana mejor. Porque rendirme no está en mi ADN, no está en la sangre que corre por mis venas. Soy hijo de un pueblo que ha conocido el sufrimiento, pero también la grandeza de no rendirse jamás. Entonces, ¿rendirme? No, gracias. Seguiré adelante, con la frente en alto y el corazón encendido, porque cada día es una nueva oportunidad para luchar, para gritar y para demostrar que estoy vivo.